04 abril 2004

Fueron siete los carros

Fueron siete los carros tirados por diamantes ojerosos
los que me anudaron a tus venas.
Ya son cuatro y no siete.
Espero en vano, ni tan siquiera espero sentado,
no espero...
ya son dos los carros que no se sienten carros
que quieren ser cabras que salten montes
montes de orégano, tuertos de pisados
y no quiero caer en claro ni blando.
Espero ser una noche que estrelle
toda la sal de mis ojos
contra las tierras húmedas de tu sexo,
y no por desentonar pienso caer en tinieblas
sino morir de embriaguez sumando,
los ojos,
a los dedos, a diluyen
la boca,
el estómago...
los besos.
y muero en vida, sin nada que esperar de la muerte
sin nada que esperar de la vida
sin nada que esperar de la resurrección
y son dos los carros tirados por diamantes
que ni lucen ni transparentan la muerte:
la diluyen.

No hay comentarios: