10 junio 2006

Quiero volver a darte aquellas manos

Quiero volver a darte aquellas manos
que recorrieron tu cuerpo sin descanso
desde tu cielo negro, abierto y sin navajas
hasta los dedos nubes de tus pies pequeños.
Quiero hasta mi pérdida de sueño de aquellas noches.
Quiero volver a recibir aquellos senos de luna abierta
en novia dura que engalanaron mis pies de alas y motores,
en los que Icaro no metió jamás sus manos.
El sol no derrite mis sombras, ni anula las luces
de la luminosidad de nuestra habitación cerrada en lo claro
del día de ventanas cerradas sin candados.
Pero qué hacer con nuestro miedo, nuestro gran miedo,
nuestro primer miedo...
a devorarnos
y hacer de aquella lucha de sudores
una respuesta a nuestra ansia de verdad y realismo.
Así, el hastío de nuestros padres,
de nuestros abuelos...
han llenado de ignorancia nuestros juegos
para llegar a la hora en que el destino
convierte al jugador,
en poker de ases de ese tierno juego de la vida.
Y el comodín, lo tienes,...
pero, está atado a la pata de la silla.

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